jueves, 16 de septiembre de 2010

Si bien las modalidades de la atención a menudo se aflojan, la experiencia demuestra que mediante una búsqueda meticulosa a veces el hombre encuentra los sonidos, los olores, los tactos o las imágenes que lo han atravesado durante un instante sin que él se detenga en ellas. El mundo se da así en concreciones súbitas e innumerables. El hombre habita corporalmente el espacio y el tiempo de su vida, pero muy a menudo lo olvida,para bien o para mal.
David Le Breton, 1990.
foto de mí tomada por Fernanda Dellepiane
Los límites del cuerpo, como los del universo del hombre, son los que proporcionan los sistemas simbólicos de los que es tributario. Al igual que la lengua, el cuerpo es una medida del mundo, una red arrojada sobre la multitud de estímulos que asalta al individuo a lo largo de su vida
cotidiana y que solo atrapa en sus mallas aquellos que le parecen más significativos. A través de su cuerpo, constantemente el individuo su entorno y actúa sobre él en función de las orientaciones interiorizadas por la educación o la costumbre. La sensación es inmediatamente inmersa en la percepción. Entre la sensación y la percepción, se halla la facultad de conocimiento que recuerda que el hombre no es un organismo biológico, sino una criatura de sentido.
David Le Breton, 2006.